Una aventura en bici fue el día en que en medio de pedales,
llantas, guantes, gafas y cascos emprendió Fátima su viaje, el trayecto era
Latacunga-Baños-Puyo. Era un viaje el cual tenía que hacerlo, una invitación
fue su pretexto para salir corriendo tras respuestas de su ser.
El evento empezó desde un parque, jóvenes, viejos, adultos,
niños y discapacitados, familias completas emprendían la aventura en bici, con
cierto recelo y orgullo ajeno Fátima mientras intentaba calentar sus músculos
analizaba detalladamente a sus acompañantes.
-Prepárate guambra, ponte las gafas y el casco, que nada que
estorbe se quede en tus manos -decía Homero, su hermano, quien había planeado
el viaje.
En medio de una camioneta, motos y policías el organizador y
líder con parlante en mano avisaba a todos que el trayecto empezaba. Mostraban
una sonrisa los ya experimentados que daban los primeros pedalazos. Fátima algo
recelosa con cierto miedo pedaleaba en medio de las bicis, a los pocos minutos
una gran cuesta hacía más difícil el reto, pero ya con cierto ritmo la naturaleza
tomaba su protagonismo.
El aíre la buscaba, su silbido la llamaba, le golpeaba su
rostro, acariciaba sus mejillas.. le decía…. estás viva¡¡ entiende cariñoo¡¡.
El entorno era maravilloso, a la derecha un cielo celeste tan profundo que al
verlo uno quisiera perderse, árboles grandes y pequeños, en todas las gamas de
verdes, estos imponentes sobresalían detrás de los arbustos que se entrecruzaban
con una que otra flor silvestre. A la izquierda era diferente, murales de rocas
grandes indicaban cual es su espacio, al alzar la mirada se veía como un gran
camino rocoso que al final el cielo celeste devolvía la ilusión.
En la avenida los barrancos eran profundos pero al ver el
horizonte se visualizaba una impetuosa boa de agua que guiaba imponente el
camino del alma, ciertas lágrimas salieron del rostro de Fátima, sentía
profundamente la presencia de un superior en cada flor silvestre que caía en su
rostro por el viento, en cada pedazo de roca frondosa, en cada gota del río que
salpicaba, era el corazón que gritaba que vivir es hermoso cuando el sentido de
tu vida lo forjas con valentía, sinceridad, respeto y sobre todo con inmenso amor,
como dice la canción de la cantora Mercedes Sosa “y te daré todo y tú me darás algo….. algo que me
alivie un poco más… quién dijo que todo está perdido yo vengo a ofrecer mi corazón”.
Sofía Pazmiño
08/10/2013