“Tumba creyó pertinente enviar una expedición en busca de nuevas tierras donde poblar. Tumba murió sin saber nada acerca de la expedición. Tumba dejó dos hijos hombres, el ma¬yor de los cuales se llamaba Quitumbe, y el segundo Otoya los dos hermanos no esperaron en pelear después de la muerte de su padre, viviendo en grande descon¬fianza el uno del otro. Quitumbe decidió dejar el país, partió, pues, acompañado de todos los que quisieron seguirle, y fundó una población, a la que, para honrar la me¬moria de su padre, la llamó Túmbez. Tuvo un hijo con Llira, al cual le puso por nombre Guayanay, que quiere decir golondrina. Guayanay fué el progenitor y padre de quien des¬cendieron más tarde los Incas del Perú.
Después de llegar a oídos de Quitumbe que su hermano fue asesinado, huyo para que no le sucediera lo mismo, puesto que comentarios decían que gigantes eran los asesinos, fue a refugiarse en la isla de la Puná, pero también huyo de ahí, y subiendo aguas arriba el río Guayas, llegó a la llanura interandina y se instauró aquí con los suyos, echando los orígenes de un reino, al cual del nombre de Quitumbe su fundador se le lla¬mó Quito.
Guayanay, vivió en una is¬la, donde formó también un pueblo numeroso, que al cabo hubo de salir en demanda de la tierra firme, para establecerse en ella, guiado por las cimas de las altas montañas de la cordillera, que se alcanzaban a divisar desde la isla. Esta inmigración de los descendientes de Guayanay fue acaudillada por un nieto de éste, llama¬do Manco, el cual, a su vez, vino a ser el padre de la dinastía de los Incas y el fundador de la monarquía del Cuzco”.
Bibliografía: EL MITO DE QUITUMBE
VERSIÓN DE FEDERICO GONZALES SUÁREZ
Historia general de la República del Ecuador, 1890
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